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La ermita del Santo Cristo del Humilladero




En una visita que hice este verano (año 1993) a Jalón, viendo lo mucho que va mejorando el pueblo, prometí escribir para la revista "Azulema" alguna cosa que tenía documentada sobre la ermita del Humilladero. Y lo hago por varias razones: primero, para colaborar con esa revista y apoyar a los que la sacan con tanto afán y puntualidad. En segundo lugar, para animar a llevar adelante la idea de restaurar la ermita e impedir que se hunda. Y por último, en recuerdo de que el molino de mi familia, que se llamaba "de Jalón", perteneció durante siglo y medio a una capellanía vinculada a esa ermita: de ahí que mi abuelo y mi padre todavía conservaran la costumbre de subir por San Miguel a comprar el trigo que se recogía para el santo.

Estado de la ermita en 1993.

En esta (primera parte del artículo) voy a contar como es (era antes de 1993) la ermita y quién la donó. En otra (parte del) artículo contaré algo de su historia posterior.


1. D. Pedro Ortega, donante de la ermita.

Aunque no sabemos la fecha exacta en que se construye la ermita, tenemos bastantes datos para hacernos una idea. La ermita fue un regalo que hizo el Licenciado D. Pedro Ortega a su pueblo de Jalón.

¿Quién fue D. Pedro Ortega? Nació en Jalón y fue bautizado el 20 de Marzo de 1602. Sus padres eran Pedro Ortega y María Martínez. La familia de los Ortega estaba extendida por Ajamil, Cabezón y Jalón. Era de las ricas de Cameros y tenía buenas influencias. Pedro Ortega estudió para sacerdote y fue párroco de Jalón desde 1644 hasta el 3 de Abril de 1664, fecha en que fallece en el pueblo, siendo enterrado en la Iglesia Parroquial de San Miguel.

Siendo Párroco de Jalón es cuando decide construir a sus expensas una ermita a devoción de la Pasión de Ntro. Señor Jesucristo. Trataba con ello de fomentar la vida cristiana y particularmente de realzar el culto de la Cofradía de la Vera Cruz, que se había fundado en Jalón en 1625. Esta cofradía tenía mandado en sus Estatutos hacer procesión con velas encendidas desde la Iglesia hasta la ermita tres veces al año: en la Cruz de Mayo (día 3), en la Cruz de Septiembre (día 14) y el día de San Pedro (29 de Junio).

Sabemos que la ermita ya estaba construida para el año 1655; o sea, es de suponer que se levantó entre 1644 y 1655. Para el mantenimiento de la ermita y sobre todo para que se dijeran misas en ella, se preocupó de que un tío rico suyo, que vivía en Cádiz dejara en 1655, 6.000 reales para la ermita. Y él personalmente hizo en 1659 una fundación con 3.000 ducados de capital. Pero de eso hablaré en otro artículo. Veamos ahora como es la ermita.


2. La ermita del Humilladero.

Está edificada en lo que sería seguramente algún huerto propiedad de D. Pedro. Se trata de un edificio de planta cuadrangular de cuatro por cuatro metros, hecho en sillería y en mampostería, con remate de las paredes en piedra labrada. Está cubierta por una cúpula en el interior y al exterior con tejado a cuatro aguas y pequeño pórtico. Dentro tenía un retablito de un cuerpo, con columnas corintias de fuste ondulado y frontón redondo con escudo de armas y fecha en 1655; en su parte baja o zócalo tenía pinturas en tabla de nueve santos.

La imagen central del retablo y de toda la ermita era el Cristo atado a la columna, que se conserva actualmente en la iglesia. Se trata de una bellísima imagen del estilo del vallisoletano Gregorio Fernández. Según explica José Manuel Ramirez en su libro "Retablos mayores de La Rioja" (Logroño, 1993), p.45, la hizo Sebastian del Ribero. Este era un arquitecto y escultor, que había venido de la zona de Santander y se vino a vivir a San Román de Cameros, poniendo allí un taller de imagineria. Hizo diversas imágenes para iglesias de los pueblo de alrededor, como Terroba, Muro y Torre. En la imagen del Cristo atado a la columna resalta la serenidad del rostro y la perfección de rasgos de todo el cuerpo herido por los latigazos.

El interior de la ermita está lleno de pinturas de tipo popular, pero de digna factura, del siglo XVII. En estos momentos están ya bastante estropeadas. Las pinturas abarcan tres series de temas distribuidos en las distintas zonas del interior. La parte baja, que tiene estructura cuadrangular, se compone de cuatro arcos, correspondientes uno a cada pared; están pintados tres, porque el cuarto es la puerta de entrada, y están dedicados a la Pasión de Cristo. El de frente es el del altar, donde hay una hornacina, destinada a albergar el Santo Cristo. A la izquierda se ve una figura de hombre y a la derecha una de mujer. El arco de la derecha tiene en medio una pequeña ventana y en él está pintada la escena de la oración de Jesús en el huerto; se aprecia a Jesús arrodillado orando y se ve un cáliz y una cruz orando que recuerda la oración de Jesús: "Aparta de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya"; dormidos aparecen los tres apóstoles: Pedro, Santiago y Juan, tal como lo cuenta el Evangelio. En el arco de la izquierda está pintada la escena de la flagelación: Jesús atado a la columna y un sayón a cada uno azotándolo.

Las cuatro pechinas (que son los triángulos curvilíneos que quedan entre los arcos y la cúpula), tienen las pinturas de los cuatro evangelistas: comenzando por la derecha desde el altar: San Mateo, con el ángel; San Marcos, con el león, San Lucas, con el toro y San Juan, con el águila.

Finalmente, la cúpula está dividida radialmente en ocho zonas iguales, y cada una tiene pintado un santo: la central representa a la Inmaculada; en las de ambos lados está San Pedro con las llaves a su derecha y San Pablo con la espada de la Palabra de Dios a su izquierda; a continuación de San Pedro se pinta a San Juan Bautista con el cordero; a un Obispo con mitra, arrodillado, que podría ser San Felices, que fue obispo de Calahorra, porque a sus pies se ve una vaca, y cuenta la tradición que este Obispo se refugió en Hornillos, en Nido Cuervo, cuando vinieron los moros, y allí venía una vaca a alimentarlo con su leche; después se pinta al diácono San Esteban, después al Rey David, tocando el arpa; y finalmente a San Francisco de Asis.

Como está la ermita totalmente pintada. El motivo central es el de la Pasión de Cristo, porque es la ermita del Santo Cristo del Humilladero. Pero también es un santo importante en la ermita San Pedro, que sale dos veces: dormido en la oración del huerto y en la cúpula con las llaves, como jefe de la Iglesia. Seguramente el fundador de la ermita, D. Pedro Ortega, quiso honrar así a su patrono. Y ello explica que la Cofradia de la Vera Cruz fuera a la ermita en procesión y celebrara allí una Misa, además de los días de la Cruz, también en la fiesta de San Pedro, día en el que también tenían una merienda de hermandad.

Esta es la ermita del Humilladero. Sabemos cómo es y quién la mandó hacer. En otro artículo contaré Como se preocupó D. Pedro Ortega de mantenerla y de que hubiera en ella culto.

Ahora (en esta parte del artículo) voy a explicar como era la capellanía que había en la ermita, qué bienes poseía y quién los donó.

Pero ¿qué era un a capellanía? Era una fundación que hacía una persona dejando unos bienes (fincas, casas, etc.) para que, con lo que dichos bienes produjeran anualmente, se pagara a un capellán para celebrar misas por el fundador difunto o sus familiares. Era una manera de sostenimiento del clero por parte de los fieles cuando no había paga del estado. Como la capellanía de la ermita tenía bastantes posesiones, rentaban lo suficiente para mantener un sacerdote. Esto explica que durante muchos a?os en Jalón hubo dos sacerdotes: uno el Párroco de la Parroquia y otro el Capellán de la Ermita.

La ermita del Humilladero tenía dos fundaciones de Capellanías: la que fundó D. Bernardo Sáenz de Tejada y la que fundó D.Pedro de Ortega. Pero funcionaban con un solo capellán. Veamos cómo se establecieron y como eran.


3. D. Bernardo Sáenz de Tejada y su Capellanía.

Cuando D. Pedro Ortega construyé la ermita, lo primero que hizo fue preocuparse de que tuvieran bienes disponibles para su mantenimiento y para que en ella hubiera culto. Para lo cual se puso en relación con un tío suyo, soltero y de buena fortuna, a fin de que dejara en su testamento una fundación en su ermita. El tío debió acceder inmediatamente por el cariño que tenía a Jalón, el pueblo que lo vió nacer. Se trataba de D. Bernardo Séenz de Tejada. ¿Quién era este personaje?.

De él sabemos que había nacido en Jalón y que sus padres se llamaban Juan y Bárbara. Llegó a altos cargos como militar de la Marina: fue Gobernador, Capitán y Superintendente de la Maestranza de Mar y Guerra de los Galeones de la Armada Real. Desde que marcho de Jalón, pasó la mayor parte de su vida entre América, en Cartagena de Indias, y Andalucía, en ciudades como Sevilla y Cádiz. Es en Cádiz donde hace testamento y muere el año 1655.

Murió soltero y su fortuna debía de ser bastante considerable. De hecho se acordó de Jalón y de varios pueblos de Cameros, de donde seguramente eran sus padres o antepasados o tenía familia: San Román, Velilla, Terroba, Vadillos y Rabanera. Dejó 4.000 reales para que se celebraran Misas en esos pueblos a favor de las almas del purgatorio y otros 4.000 para que se dieran limosnas a los pobres de dichos pueblos.

Pero de Jalón, su pueblo natal, se acordó particularmente: quiso que sus restos mortales se trasladaran a Jalón y así se hizo a los 10 meses de su muerte. Dejó unos 25.000 reales para la Parroquia, con lo que se compró un palio, roquetes y varias cosas de plata: vinajeras, cáliz, incensario y una lámpara. Y además dejó 6.000 reales para fundar una Capellanía en el Humilladero.

Su deseo era que estos 6.000 reales se invirtieran en fincas seguras y saneadas, a fin de que produjeran una rentabilidad del 5%, o sea 300 reales anuales, con los que se pudiera decir 100 misas al año en la ermita. Nombró como Patrono perpetuo de dicha Capellanía a su sobrino el Párroco de Jalón, D. Pedro Ortega. Este fue quien se encargó de ejecutar el testamento e invirtió el dinero de la fundación en fincas en la villa de Torre de Cameros. De ese modo estaba ya garantizado un buen apoyo al culto de la ermita. Pero el apoyo más fuerte iba a venir del mismo D. Pedro Ortega, según explicaré a continuación.


4. La capellanía de D. Pedro Ortega.

Estado de la ermita antes de arreglar la calle.

Cuatro años después, el año 1659 el Cura de Jalón, el Licenciado D. Pedro Ortega, hace testamento y en él deja fundada otra capellanía en la ermita del Humilladero por valor de 3.000 ducados, es decir, 33.000 reales. De esos 3.000 ducados, 2.000 era el valor estimado de las casas, huertas y bienes que dejaba para la ermita; y los otros 1.000 estaban impuestos a censo. Consideraba que las fincas y el capital debían rentar 125 ducados anuales para el Capellán y 10 ducados anuales para ornato, reparo y limpieza de la ermita.

El capellán tenía la obligación de celebrar 150 misas anuales en la ermita, ayudar en la parroquia en las festividades y residir de continuo en el pueblo. Además se debía preocupar de la administración de las fincas y del cuidado de la ermita y de las demás posesiones, que no podían ser vendidas. Como patronos que velaban por el buen funciohamiento de la fundacién nombró al Cura y al Alcalde de Jalón.

Esta era una buena Capellanía. ¿Quiénes podian ser capellanes? Las claúsulas de la fundación lo dejan bien claro: en primer lugar es el sacerdote D. Pedro Peón, que es sobrino del fundador. A su muerte podrán ser los sacerdotes que sean hijos y herederos de otra sobrina: Maria Ortega o los parientes más cercanos que hubiere por el apellido Ortega y después por el apellido Martínez. Y efectivamente, así consta que se fue cumpliendo a lo largo de todo el siglo XVIII y mitad del XIX, como diré en otro artículo. Pero antes conviene saber cuáles eran los bienes que dejó D. Pedro para el culto y mantenimiento de la ermita. Es posible que alguno de los nombres de los términos no esté bien transcrito porque los documentos antiguos no se leen bien. Los ganaderos de Jalón los conocerán mejor.


Fincas urbanas.

  • - Una casa sita en Jalón.
  • - Un molino harinero en la jurisdicción de San Román, en el término de Sacentolla.


Fincas rústicas.

  • a) En Jalón:
    • - 2 huertos, de 1 y 1´5 celemines.
    • - 2 herranes, de 8 y 9 celemines, con arbolado.
    • - 2 huertas, de 1 fanega y 15 celemines.
    • - Media era con su hacinadero.
    • - Heredades: en las Azules (1 fanega), en Ballesteros (7´5 f.), en Cerro Martín (3 f.), en la Aguzadera (8 celemines), en Hoya Zulema (1´5 f.), en la Puentecilla (10 c., 8 c.), en el Toquero (6 c.), en el Paulazo (18 c.), en las Matas (15 c.), en la Ombría (12 c.), en el Cerro de las Praulijas (8 c.), en río Torre (14 c.), en las Majadas (3 f.), en la lleca de Mari Sansol (3 f.-12 c.), en el Sabuco (3 f.), en el Sacijo (2 f.), en los Marrutos (1'5 f.), en los Paules (1 f.), en Cavedín (38 c.,22 c.), en Centenares (4 c.), en el río Cabezón (23 c.), en vía Rabanera (36 c.), en la Có (8, 14 y 19 c.), en la Minteria (5 c.), en las Milaneras (20 y 6 c.), en las Heras (7 c.), en el Maguillo (14 c.), en Valde Butera (34 y 18 c.), en la Serna (8 c.), en Valde Clemente (4 c.), en el río Rabanera (15 c.), en las Hoyas (10 c.).

  • b) En Velilla:
    • - 2 huertos de 1´5 y 1 celemín.
    • - Media Hera con su cerradillo.
    • - Heredades: en la Hoya (2 f.), en el Cerro de la Mata (6 c.), en las Tonadillas (6 c.), en la fuente de Pedro Juan (1 f., 6 c.), en Llanos (6 c.), en los Zarzales (2 f.), en el Rebollar (14 c.).

  • c) En Cabezón:
    • - 1 huerta de 3 celemines.
    • - 1 cerrado en Valde Aido, de 1 celemin.
    • - Heredades: en el Molinillo (6 c.), en Collado Hondo (14 c.), en Vadillo (18 c.), en el Robledo (4 c.), en Lagunares (5 c.), en Valdemorales (8 c.), en el Mesón (12 c.), en el Espino (10 c.), en las Rinconadas (8 c.), en Peña Hueca (48 c.), en la Revilla (3 c.), en San Cristóbal (8 c.), en la Calera (3 c.), en Las Ombrías (10 c.), en Zarza Mata (12 c.), en Valde las Mangas (12 c.).

Como se ve, era una buena hacienda. Se estimaba que, junto a lo que había dejado D. Bernardo Sáenz de Tejada, podía producir de renta 1.320 reales anuales, es decir, aproximadamente para pagar 4 reales diarios al capellán, que era lo que se pagaba por el jornal de un peón. Pero en realidad producía menos, pues rentaba unas 26 fanegas de trigo, de las cuales 17 correspondían a la renta del molino. Y a lo largo del siglo XVIII la fanega se pagaba a unos 30 reales. Y de ahí había que deducir los gastos de reparos tanto de las posesiones como de la ermita. De todos modos era probablemente la mejor capellanía del Camero Viejo. Hasta que en 1807 le llegó la desamortización y se vendieron algunas de sus principales propiedades. Pero de esto hablaré en otro artículo (a continuación).

Cartel en la entrada de la ermita.

(Al principio del) artículo describí como era la ermita del Humilladero de Jalón, que fue donada por el sacerdote D. Pedro de Ortega y que se construyó a mitad del siglo XVII. En (una segunda parte del) artículo expliqué las Capellanías fundadas para sostenimiento y culto de la ermita, por el mismo D. Pedro de Ortega y por el capitán D. Bernardo Sáenz de Tejada; señalaba también el capital fundacional invertido en casas y fincas y lo que pasó con estas posesiones.

Ya expliqué que los Capellanes preferidos eran los familiares más allegados del Fundador. El Capellán tenía derecho a recibir las rentas de la fundación, que en nuestro caso ascendían a unas 26 fanegas de trigo anuales. Y se comprometía a celebrar 150 misas al año y administrar los bienes de la Fundación. Además debía ayudar en la Parroquia en las fiestas y residir habitualmente en Jalón.

5. La desamortización de los bienes de la Capellanía.

Los Capellanes estuvieron administrando normalmente los bienes durante siglo y medio. Hacia el año 1807, en que tuvo lugar la desamortización de una parte notable de las propiedades.

La desamortización era una medida del Gobierno que obligaba a vender las posesiones eclesiásticas, para poder ingresar dinero en las arcas reales, comrpometiéndose a pagar unos intereses a cambio. Aunque la más conocida y extensa es la desamortización de Mendizabal, hecha en 1836, hubo otras anteriormente. En 1806 el Papa Pío VII le autorizó a Carlos IV a enajenar bienes eclesiásticos hasta por un valor de 6.400.000 reales de renta anual. Para decidir los bienes que se podían desamortizar en el Camero Viejo se designó a D. Antonio Moreno. Párroco de Lumbreras.

Respecto a la ermita del Humilladero, el 4 de Junio mandó fijar en Jalón el edicto de desamortización. El 24 de Julio se hizo la relación de bienes de la Capellanía. El 19 de Octubre cinco tasadores entregaron en Lumbrenas la tasación detallada de los bienes, que eran dos fincas urbanas y 64 rústicas. El valor total se estimaba en 45.803 reales de vellón. Lo tasado más alto son las fincas urbanas: una casa en Jalón: 10.000 reales, y el molino: 15.000.

Se anunció la subasta, que tuvo lugar el 28 de Noviembre en el Ayuntamiento de San Román. Lo primero que se subastó fue el molino. Tras una peleada puja, se le adjudicó a D. Francisco Antonio Íñiguez, vecino de San Román, por 22.000 reales vellón, o 60.000 en vales reales. El tal Francisco Antonio Íñiguez era un indiano, que había vuelto a su pueblo natal, después de haberse enriquecido explotando una mina en el valle de Oaxaca, de Méjico.

Ese día sólo se remataron otras nueve fincas de la Capellanía, la mayoría de las cuales con la rebaja de la tercera parte, sobre el precio de salida. Las que mejor se pagaron fueron: la finca de 2 f. de la Hoya, que salió en 1.200 reales y se la adjudicó D. Gaspar Gaona, notario de San Román, 2.100 reales en metálico; una huerta de 15 celemínes, linde al Majuelo, que había salido en 1.100 reales y se la quedó José Fernández, vecino de San Román, por 1.130; y la finca de Ballesteros, de 7 fanegas y media, que había salido en 2.700 reales y se la adjudicó D. Francisco Fernández de Tejada por 2.308 reales. En una nueva subasta que se celebró en Lumbreras el 29 de Febrero de 1808, se adjudicaron a algunos vecinos de Jalón otras 15 fincas pequeñas, todas ellas con la rebaja de la tercera parte sobre lo tasado.

El total de dinero que entró en la Hacienda Real por la desamortización de los bienes de la Capellanía fue de 32.109 reales vellón. Aunque la Hacienda Real adquirió el compromiso de pagar anualmente a la Capellanía el 3% del valor de la venta, no lo cumplió. Los años, ciertamente, no pudieron ser peores para cumplir los compromisos. En medio de la Guerra de la Independencia (1808 - 1813) era inútill reclamar denechos.

El nuevo Capellán D. Manuel Isidoro Sáenz Íñiguez, en vista de que en 1812 todavía no se había cobrado rédito alguno, hizo gestiones en Soria y Cádiz para intentar anular la venta del molino, que suponía el 75% del valor de la vendido, peno no lo consiguió. En 1815 logró cobrar la primera anualidad de 1.800 realeas de intereses. En 1818 cobró una segunda anualidad. Y un nuevo capellán, D. Pablo Martínez, en 1836, después de muchas diligencias y no pocos gastos, consiguió que la Real Hacienda le pagara 3.178 reales de intereses atrasados, lo que suponía una pequeña parte de lo que se debía a la Capellanía. Ya no se cobró más.

Habiéndose quedado sin sus principales fuentes de ingresos, la Capellanía ya no podía sostener un Capellán. El cuidado y el culto de la ermita fue decayendo a lo largo del S. XIX y XX, pero todavía se mantuvo bien gracias al resto de las fincas, que podían rentar para pequeños arreglos. Y sobre todo, gracias a la devoción del pueblo y a los cofrades de la Vera Cruz. Con sus donativos en metálico o en especie han mantenido el culto al precioso Cristo del Humlladero y han conservado en pie su ermita.

En estos momentos (año 1993) es importante que los hijos del pueblo se unan para pedir subvenciones y conseguir restaurarla. Así que manos a la obra. Si estas páginas que he escrito, os han servido para conocer algo más de la historia de Jalón y os animan a emprender pronto la restauración de la ermita, me doy por satisfecho. Quien tenga interés por conocer más detalles de lo aquí contado, los podrá encontrar en el libro que he escrito sobre la historia del molino y que se piensa editar este año. Por mi parte, si encuentro en los archivos alguna otra cosa interesante de la historia de Jalón, procuraré mandarlo a la revista AZULEMA para que lo conozcáis.

(José Luis Moreno Martínez, Marzo de 1993).

Estado actual de la ermita.





















Estado actual de la ermita



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